Sin lugar a duda, desde la llegada de los españoles, Latinoamérica se ha visto ultrajada por la acción violentista del colono, por la explotación imperialista de los invasores, quienes bajo el estandarte de la civilización y el progreso fueron exterminando radicalmente las prácticas culturales de los pueblos nativos, usurpando las tierras, borrando de la memoria histórica, el oficio heroico de nuestros ancestros. Perpetuando así la esclavitud de nuestro pueblo, de nuestro continente.
En la actualidad las Autoridades latinoamericanas, esforzándose en cambiar y ocultar las verdaderas intensiones Eurocentristas de los ibéricos han llamado el 12 de octubre, en una primera instancia, día de la raza, luego al caer este concepto (por falta de sustento científico) lo han denominado el día de la Hispanidad, como si la hispanidad fuera nuestra verdadero eslabón, como si el desencuentro cultural no fuese suficiente argumento para dar a conocer la verdad; fuimos invadidos por el progresismo, por el imperialismo, como fase inicial tortuosa y pre-capitalista.
Sólo vasta con observar el abismo simbólico-lingüístico, característica no casual a la hora de mencionar los intereses imperialistas de los peninsulares, legitimando a punta de sangre su idioma, imponiendo leyes occidentales en un territorio que ya había sido descubierto por una cosmovisión e historia dibujada en el territorio, en su tradición fonética (como es el caso mapuche) en sus ritos, en su gente, en su cultura. Creando dos mundo irreconciliables, dando paso a la dualidad de clases: Conquistadores e indígenas, hacendados y vasallos; patrón y obrero; opresores y oprimidos; explotadores y explotados.
En la actualidad las Autoridades latinoamericanas, esforzándose en cambiar y ocultar las verdaderas intensiones Eurocentristas de los ibéricos han llamado el 12 de octubre, en una primera instancia, día de la raza, luego al caer este concepto (por falta de sustento científico) lo han denominado el día de la Hispanidad, como si la hispanidad fuera nuestra verdadero eslabón, como si el desencuentro cultural no fuese suficiente argumento para dar a conocer la verdad; fuimos invadidos por el progresismo, por el imperialismo, como fase inicial tortuosa y pre-capitalista.
Sólo vasta con observar el abismo simbólico-lingüístico, característica no casual a la hora de mencionar los intereses imperialistas de los peninsulares, legitimando a punta de sangre su idioma, imponiendo leyes occidentales en un territorio que ya había sido descubierto por una cosmovisión e historia dibujada en el territorio, en su tradición fonética (como es el caso mapuche) en sus ritos, en su gente, en su cultura. Creando dos mundo irreconciliables, dando paso a la dualidad de clases: Conquistadores e indígenas, hacendados y vasallos; patrón y obrero; opresores y oprimidos; explotadores y explotados.
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